Ella es Cristina Tan. Luego de un ajetreado día de trabajo, sólo quería llegar a su casa a descansar.
Por eso, decidió pedir un taxi para sortear las congestionadas calles de Manila, Filipinas, y llegar más rápido a su hogar.
El problema es que nunca se imaginó que terminaría conduciendo el mismo taxi que detuvo unas cuadras antes.
Resulta que el taxista era un hombre de 70 años, que se sintió en confianza con Tan y le contó su vida. Le dijo que él trabajaba todavía a pesar de su edad porque debía ayudar a familia. Le dijo que no era problema para él pero habían días que se le hacían más difíciles.
Luego de conversar un rato, le tuvo que avisar a su pasajera que lo mejor era que tomara otro vehículo porque no se sentía capaz de seguir manejando debido al cansancio que sentía.
La chica le dijo que ella podía manejar hasta su destino y que él podía descansar en el trayecto. El hombre dudó por un momento, pero era tal el cansancio que terminó por ceder.
Cristina quiso sacarse un selfie como conductora de un taxi. Sintió mucha pena al ver al taxista tan agotado. El hombre se durmió inmediatamente e incluso roncó.
Eso nos recuerda que, en ocasiones, debemos ponernos en el lugar de la otra persona…literalmente.