Este es un dato que de seguro no sabes: las personas jóvenes tienen menos afecciones y enfermedades, pero éstas presentan con mayor frecuencia un resultado fatal. La culpa de este aterrador dato estadístico es la mayor propensión a subestimar las dolencias y primeros síntomas de la enfermedad hasta que es demasiado tarde.
Es por eso que el diagnóstico precoz cobra una gran relevancia, además de las revisiones periódicas en enfermedades como el cáncer de mama y el cáncer de próstata. Específicamente hoy, queremos hablarles sobre el ictus cerebral.
La “Ventana De Oro”
Se llama “ventana de oro” al período de tiempo que transcurre entre los primeros síntomas de un derrame cerebral y el daño irreversible. Durante ese tiempo que son unas 3 horas máximo, la atención médica y el tratamiento con fármacos pueden ayudar a restaurar el flujo sanguíneo en la región cerebral, minimizando el impacto y revirtiendo, en mayor o menor medida, las lesiones.
No obstante, una encuesta ha revelado que los menores de 45 años subestimamos la urgencia de los síntomas del ictus cerebral, retrasando la visita a los servicios de urgencia.
“Existe un período de tiempo muy limitado en el que comenzar el tratamiento resulta crucial. El cerebro es muy sensible a la falta de flujo sanguíneo, inflamación y sangrado, por lo que si los pacientes esperan más de la cuenta, las consecuencias pueden ser devastadoras y permanentes”, indica el profesor de Neurología y especialista en accidentes cerebrovasculares, David Liebeskind.
De acuerdo a datos recogidos en el estudio realizado por la Universidad de California y el Centro Médico Ronald Reagan (EE.UU.), de los 1.000 menores de 45 años entrevistados, el 73% dicen que esperarían a ver la evolución de los síntomas antes de acudir al hospital.
“Esto es un problema real y debemos concienciar sobre él, ya que el número de accidentes cerebrovasculares en menores de 45 ha aumentado en la ultima década, la mayoría de ellos con pronóstico fatal”. No debes subestimar tu salud, eres joven pero no un súper héroe.
“Era muy escéptica, pensaba que mi compañero exageraba y que me iban a mandar a casa. No tenía ningún síntoma que yo pensará que podía indicar gravedad. Tenía 27 años y estaba sana”.
Los médicos me preguntaron por un sinfín de síntomas y reconocí que, durante las semanas previas, una de mis manos se había entumecido ocasionalmente, pero que simplemente la había agitado y continuado trabajando sin darle importancia”.
Los exámenes eran categóricos, pues mostraban que había sufrido un ictus debido a una enfermedad no diagnosticada que provoca que ciertos vasos sanguíneos en el cerebro se reduzcan lentamente con el tiempo. La insistencia de su compañero y la visita al hospital han marcado una diferencia positiva en el tratamiento de su enfermedad y las lesiones provocadas.
Te enseñamos a identificar un ictus cerebral
Las diferentes investigaciones han demostrado que el ictus isquémico puede afectar a cualquier persona sea cual sea su edad, aunque existen factores de riesgo como la tensión arterial alta, la diabetes, el tabaquismo o la obesidad.
Por otro lado, una dieta sana y el ejercicio regular, así como moderar el consumo de alcohol, de sal y no fumar, reducen el riesgo de sufrir un accidente vascular. Los síntomas de esta patología son los siguientes:
1.Pérdida repentina de la fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
2. Alteración repentina en la sensibilidad (“acorchamiento”, hormigueo”) en cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
3. Pérdida súbita de la visión de uno o ambos ojos.
4. Dificultad repentina para hablar, expresarse o comprender el lenguaje.
5. Dolor de cabeza súbito, de alta intensidad y sin causa aparente.
6. Sensación de inestabilidad o desequilibrio bruscos, en especial si se acompaña de algunos de los anteriores.
Sea cual sea el síntoma que presentas, aunque sean aislados y fugaces, es suficiente para ir a urgencias, ya que tal como lo indica el profesor Liebeskind, “simplemente no hay tiempo para esperar a ver qué ocurre”. Con la salud no puedes jugar, ni dar “tiempo” para ver qué pasa. Recuerda acudir a tu médico de cabecera cada vez que tengas la sensación de que algo no anda bien. Es preferible exagerar a lamentar.
