5 Años Tenía Marina Chapman Cuando Fue Abandonada En La Selva Y La Criaron Los Monos

La vida de esta mujer parece sacada de una película de ficción. Es tan sorprendente que cuesta creer que realmente sucedió.

Ella pertenece al triste grupo de los 9 casos reales de niños que fueron criados por animales y que lograron sobrevivir para conocer de sus experiencias.

Marina fue secuestrada siendo apenas una niña y luego la abandonaron en la selva colombiana. La pequeña logró sobrevivir gracias a un grupo de monos que la cuidaron hasta que fue encontrada.

Hoy su historia está registrada por su hija Vanessa y el escritor Lynne Barrett-Lee quienes indagaron en su pasado para poder reconstruir su sorprendente historia.

 

El comienzo de todo

Antes de cumplir los 5 años, Marina se encontraba jugando en el jardín de su familia en algún sector entre Colombia y Venezuela. Los detalles no los conoce por haber ocurrido cuando era muy pequeña.

Lo que puede recordar son las amenazas de dos hombres que entraron a la propiedad y la sorprendieron. Ella gritó pero ellos la agarraron y perdió el conocimiento.


Al despertar se encontró en la selva colombiana y fue vendida para luego ser abandonada. Estuvo mucho tiempo llorando en mitad de la nada y, al darse cuenta que nadie la vendría a buscar, decidió empezar a caminar. Y se encontró con un grupo de monos.

 

Hacer lo que hacían los monos

Marina recuerda que quedó fascinada por las travesuras de estos animales y parecían no prestarle ningún interés, pero ella no quería quedarse sola así que se quedó con ellos.

Luego de un tiempo la niña enfermó por algo que comió. Sentía hambre y comió de los frutos de un tamarindo. Un mono viejo fue donde ella y la obligó a acompañarlo hasta una charca de agua donde bebió hasta vomitar. Luego de eso, se recuperó.

A partir de ese momento el grupo de monos la recibió y ella copió sus hábitos y costumbres. Aprendió a trepar a los arboles, a comer de lo mismo que ellos y a asearse igual que ellos. A través de la imitación, logró sobrevivir.

Pronto aprendió que al seguir a los monos que cargaban fruta, obtenía su recompensa si lograba recoger rápidamente lo que se les iba cayendo en el camino.

No sabe cuanto tiempo pasó pero deben haber sido años. Sus habilidades mejoraron y sus recuerdos pasados se iban desvaneciendo de a poco. Ahora tenía una nueva familia que la ayudaba a sobrevivir y entiende que sin ellos habría muerto.

Entiendo que al principio simplemente me aguantaron. Ellos no te aman, te dejan estar con ellos sólo porque no eres una amenaza. Recuerdo una vez que un mono se cayó de un árbol y lo tomé en mis brazos. Me abrazó y esa sensación fue única porque había olvidado esa sensación. Otros monos escalaban por mi cuerpo, otros ponían sus manos en mi cara, y podía ver la expresión de cariño en ellos. Fue significativo para mi”.

Los medios de comunicación señalaron en su momento que Marina más que nada fue aceptada por un grupo de monos más que ser criada por ellos. Al tener 5 años, el ser humano es un ser autosuficiente en muchos aspectos. Ella no era un bebé, ya sabía caminar y comía por si misma.

 

La vida en la selva

La vida en ese lugar se basa únicamente en la comida, dónde y cómo conseguirla. Después de eso, es estar en compañía con tu grupo, protegerse y asearse en grupo.

Es algo extraño al principio, que te pasen la mano por la cabeza y que se coman lo que encuentren en tu cabello. Pero una vez que lo aceptas, es casi como un masaje porque lo hacen con suavidad”.

Aunque se había acostumbrado a la selva, Marina soñaba con volver a la civilización y tener contacto humano. En un ocasión vio a unos cazadores armados, su sintió miedo y prefirió esconderse como el resto de animales.


Sin embargo, llegó un día en que, a pesar del miedo, se acercó a ellos. Estaba desnuda y caminaba en cuatro patas. Ella les lloró como suplicando que la ayudarán.

Se la llevaron consigo pero su futuro no era lo que esperaba.

 

No había un lugar al que llamar hogar

Marina fue vendida a un burdel. Allí sufrió maltrato y debía trabajar haciendo aseo. Dice que nunca la obligaron a prostituirse pero prefiere no dar más detalles de esa vida. Lo que sí recuerda en haber huido cuando tuvo la oportunidad.

Pasa sus día en las calles de Cúcuta. Se unió a un grupo de niños sin hogar y aprendió a sobrevivir mendigando, a la pillería y al robo.

Después encontró un trabajo como empleada doméstica a cambio de comida y un techo donde dormir. Tampoco puede decir que fue lo mejor.  Le pusieron Rosalba y parecía que había encontrado algo de estabilidad y seguridad, pero la familia era de criminales y comenzaron a maltratarla.

 

Un ángel de la guarda

Había una vecina cerca que observaba cómo Marina era maltratada y sometida. La mujer decidió ayudarla y la sacó del lugar para enviarla a vivir con unos de sus hijos a Bogotá. Ella se llamaba Maruja y fue la primera persona en entregarle su primer regalo. Antes no tiene recuerdos de haber recibido uno.

La mujer le entregó una caja con un lazo amarillo. Adentró encontró un vestido azul, un detalle para el pelo, ropa interior y unos zapatos blancos muy brillantes. Marina recuerda que fue lo más hermoso que haya visto jamás

La hija de Maruja, María, la adoptó. Ellos le dieron la oportunidad de escoger su propio nombre, aprendió modales, educación y se introdujo en el mundo del textil.

Era una familia que había hecho fortuna en el mundo textil y eso le permitió a Marina viajar a Bradford, Inglaterra. Allí construyó una vida nueva.

Hoy es feliz y es madre y abuela, aunque reconoce que la transición no fue muy fácil.

Al salir de la selva, tuve que aprender muchas cosas nuevas para mi: sentarme en una silla, abrir puertas o bañarme. Incluso hoy en día me cuesta la educación social, a veces miro a las personas cuando comen y las imito. Me avergonzaba de haber crecido en un burdel o que haya tenido que robar. Casi nunca lo digo porque pienso que el resto me repudiara por vergüenza”.

 

La vida que le arrebataron

Su única dolor es no saber qué fue de su verdadera familia biológica. Como era muy pequeña cuando fue raptada, no logra recordar nada de su vida anterior.

Es una laguna que precisamente muchos periodistas intentan resolver para darle veracidad a su historia. Sin eso, los detalles de su vida con los monos puede hacer sido un recuerdo de su imaginación como medio de proteger la mente de una niña y de su rapto, venta y abandono.

Aún ella insiste en que vida en la selva fue real. Además, no sacará ningún beneficio económico con su historia porque todo lo recaudado será donado a organizaciones de ayuda a niños abandonados.

El libro tiene por título “La chica sin nombre” y ya está disponible a la venta.