Las terapias con animales, como la canina o la equina, son altamente beneficiosas para el trato y la educación de los niños que padecen trastornos del espectro autista. Con su ayuda, es notable la mejoría en comportamiento y aprendizaje. Es muy recomendable pues el acercamiento se produce de forma natural e instintiva, ayudando a los niños a entrar en relación con el otro sin el lenguaje verbal que tantas veces resulta ambiguo.
Pero la aplicación de las mascotas de compañía en otros casos se vuelve aún más útil: en momentos de crisis de ansiedad o de alteración del ánimo. Hace poco vimos un video donde la mascota de la casa, un tierno perrito, calmaba el ánimo alterado de un niño autista tras haberse asustado por las detonaciones de petardos en la ciudad durante las fiestas.
Es un caso típico de lo que para muchos es expresión de alegría, para una persona con autismo es una amenaza e incluso una agresión a sus sentidos.
Las visitas al dentista son otro desencadenante de estrés, pues por mucho que hayan mejorado las técnicas de salud bucodental, es una situación que a todo el mundo lo pone al borde de los nervios. Y esto le ocurre con mayor intensidad a los niños autistas, para quienes esta situación no sólo los saca de su rutina habitual, también invade su espacio inmediato, mezcla ruido y manipulación de sus piezas dentales. Es un combo para llevarlos a una situación de pánico.
Por este motivo, el chileno Raúl Varela comenzó a movilizar la terapia con animales junto a una ONG cuando comprobó que su hijo mejoraba el comportamiento en las citas al dentista al interactuar con su perro Zucca, un hermoso labrador negro.
El carácter de los labradores resulta ideal para cualquier tratamiento terapéutico, especialmente para el trato con autistas pues son muy tranquilos y pacientes. Por lo mismo son los elegidos mayoritariamente para acompañar a no videntes.
Si bien al principio los dentistas se mostraron algo reacios (por mucho que el animal vaya con toda la normativa veterinaria al día, no es fácil dejarlo acceder a un espacio clínico higienizado), pero cuando vieron los resultados en la práctica se fueron rindiendo a la evidencia.
Antes, los pacientes dentro del espectro autista requerían incluso de anestesia general para poder realizarles procedimientos simples. Hoy, con esta terapia, es innecesario ser tan invasivo.
Sea para niños con autismo, síndrome de down o adultos con otras discapacidades, la presencia y compañía de un animal dócil, cariñoso y empático reduce las tensiones y contribuye definitivamente a tranquilizar y normalizar una actuación médica imprescindible para la salud y bienestar de los pacientes.