No entendemos el porqué de esta situación, pues si adoptas a un perro como mascota, debes ser capaz de hacerte cargo de su ser por completo. Y tal como la anuncia el título, una mujer que era dueña de este desafortunado perro le puso un bozal para no tener que escuchar sus ladridos. La mujer tiene 32 años y llegó desde Portugal a vivir a Ribardeo, un pequeño municipio español de menos de 10.000 habitantes que está dentro de la ciudad de Lugo. Es en esa ciudad donde muchos de los vecinos aseguran que la mujer tenía una mascota que ladraba mucho. Un perro de estatura media, negro y fornido, pero el problema comenzó cuando la dueña empezó a aburrirse del animal, pero en lugar de regalarlo o intentar educarlo, encontró una “solución” para que ella y los vecinos pudiesen dejar de escuchar sus ladridos: compró un bozal, lo rellenó de papel y se lo puso en el hocico al perro. La despiadada mujer pensó “Problema resuelto” “ya no volverá a molestar”.
El gran problema llegó porque este no era sólo un hecho aislado, sino la gota que rebalsó el vaso en una larga cadena de maltrato animal. Los vecinos ya habían advertido, más de alguna vez, que ella no tenía al perro en buenas condiciones. Aseguran que vivía bajo condiciones higiénicas deplorables. Su dueña se preocupó muy pocas veces de quitar los deshechos del espacio reducido que ocupaba el animal y jamás la vieron sacándolo a pasear.
Cuando le puso el bozal, tomó la decisión de no quitárselo en ningún momento del día, entonces, los resultados podían verse venir y el perro murió días después.
Luego de que los vecinos dieran aviso en variadas ocasiones a la Guardia Civil española, los uniformados llegaron hasta la casa de la mujer a tantear el estado del animal. Allá, se encontraron con el perro increíblemente flaco y desanimado, claras señales de desnutrición y deshidratación., aparte de todo, el perro presentaba síntomas serios de asfixia.
En un afán de salvarlo, actuaron tan rápido como pudieron, y trasladaron al perro a una clínica veterinaria. Ahí, fue atendido con prioridad y urgencia, pero no logró sobrevivir.
En este minuto, la Guardia Civil tomó la decisión de abrir una investigación en contra de la dueña del animal. Se considera a la mujer como la “supuesta autora de un delito de maltrato animal”. También, y según consignan varios medios que se basan en testimonios de los vecinos, la mujer ya habría recibido una advertencia de que la mascota estaba en un aparente estado de desnutrición, y que las condiciones sanitarias eran más que insuficientes. Pero ella no tomó a nadie en cuenta y decidió rematar el estado de su mascota con un bozal lleno de papel.
La crítica pública
Aunque en un principio, el accionar de la Guardia Civil fue bien recibido, conforme comenzaron a salir notas de medios locales, se dio a conocer que la advertencia sobre el estado del perro se había emitido en más de una ocasión. Esto generó un descontento tremendo por parte de los lectores, quienes comenzaron a preguntarse dónde estuvieron las fuerzas policiales a lo largo de todo ese supuesto mes en el que la dueña había sido advertida. Ese tiempo es más que suficiente para salvar a un animal cuyo estado de abandono aún no es crítico, pero parece ser que la Guardia esperó hasta el último momento para hacerse presente
Llagamos a la misma pregunta: ¿para qué quiere animales una persona que no está dispuesto a cuidarlos? Y lo que más nos atormenta Y, peor aún, ¿por qué alguien dejaría morir a un animal de una manera egoísta para aliviar alguna especie de necesidad inventada? Como en este caso podría significar la molestia por los ladridos del perro.
Una legislación innovadora pero ineficiente
De acuerdo a la cadena ABC, al rededor de un 40% de los hogares españoles tienen una mascota. Y en noviembre de 2017, el Congreso aprobó de manera unánime una reformulación en la ley de tenencia de mascotas en el país.
Hasta antes de esa fecha, los animales eran propiedad privada, no seres vivos capaces de sentir, generar apego y, por lo tanto, sujetos de derecho. La medida parecía proponer un destino mucho más prometedor para los casi 20 millones de animales que viven con una familia en España. No obstante, por ahora, sin que los animales tengan de su parte la eficiencia de los controles policiales y la herramienta de la denuncia de maltrato como un vínculo con la legalidad, será muy complejo poder protegerlos.