“¿No Te Gustó Abrir Las Piernas? Ahora, Aguanta”: Violencia Obstétrica Afecta Al 54% De Las Mujeres

Si pensamos en la violencia contra la mujer, sólo se nos viene a la cabeza algunos escenarios que involucran a hombres que asesinan a sus parejas, las golpean o las maltratan psicológicamente. Tal parece que dentro del imaginario colectivo que todos tenemos, el abuso a la mujer siempre tiene que ver con una pareja enferma de celos o demasiado machista.

Desafortunadamente, sí existen otros tipos de violencia, y algunas, en contextos mucho más familiares de lo que podríamos pensar. En esta nota no tocaremos el tema de la violencia contra la mujer en la relación de pareja, sino que de la violencia ejercida por las las matronas y enfermeras que maltratan a las mujeres durante su trabajo de parto. Es una terrible forma de maltrato contra la mujer conocida como “violencia obstétrica”.

 

La crisis de los sistemas públicos y privados

En Chile, un estudio del Observatorio de Violencia Obstétrica, dejó en evidencia que, desde el 2015, los bebés son sacados de los brazos de sus madres menos de media hora después de haber nacido. Mientras que de acuerdo a lo que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) ese tiempo no debería ser inferior a una hora, de esa manera se previene la hipotermia y se potencia la lactancia. Sin embargo, menos de un 20% de las mujeres logró superar esa cantidad de tiempo.

Dentro de los hospitales tenemos tubos, gazas, tanques de oxígeno, salones llenos de máquinas y servicios de urgencia, por lo que no es un lugar agradable. Bajo las  luces blancas, la OMS reconoce que se corre el riesgo de que la experiencia del parto resulte traumática, por lo que sugieren que las mujeres siempre estén acompañadas con una persona de su elección al momento de tener a sus bebés. No obstante, según el estudio del Observatorio, un 60% de las mujeres que se atendieron en el sistema público no lo tuvo; lo mismo para un 20% de las mujeres que se atendieron con privados.

 

50 años de malos tratos

Hay, desgraciadamente, una violencia más cercana que afecta a las madres tanto en el sistema público como en el privado. Pero esas pequeñas “trabas en la burocracia del sistema” son cosas que podrían llegar a solucionarse en el corto plazo: muchas veces ni siquiera son las matronas ni las enfermeras quienes redactan protocolos del tipo “que la madre entre sola”, o “solo 20 minutos con el bebé”. 

Según el testimonio de 11 mil mujeres que fueron encuestadas de una forma anónima y voluntaria, y habían dado a luz entre 1970 y el 2017, el abuso físico y verbal al interior de los hospitales fue una de las grandes denuncias.

En la encuesta existían golpes, zamarreos, empujones, toques invasivos. Las cifras de abuso verbal también resultaban aberrantes, ya que muchas mujeres aseguraron que matronas y enfermeras fueron mal educadas con ellas, las humillaron, se burlaron e hicieron alusión a su conducta sexual para menospreciarlas. A muchas madres, durante el parto, las increparon por demostrar emociones fuertes o intentar liberar verbalmente el dolor.

La cifra en recintos privados y públicos sigue siendo grande. Según la encuesta, un 6,8% de las mujeres que dieron a luz en una clínica privada, reconoció haber sufrido abuso físico; en cambio, este subía a un 24,1% cuando se trata de los hospitales públicos: 4 veces más que en el sector privado. En cuanto a la violencia verbal, aquí las cifras suben para ambos sectores: un 19,3% de las mujeres se sintieron vulneradas de esta manera en las clínicas privadas, y un 54,6% en los recintos públicos.

Aunque las denuncias apuntan de una manera más directa hacia el sector privado, parece ser que las discriminaciones a las madres a la hora de ejercer el abuso psicológico varían bastante: los factores étnicos, de edad, de vida sexual y creencias personales, pueden configurar material suficiente para que una matrona realice comentarios del tipo “si te gustó abrir las piernas, ahora aguanta”. De acuerdo a la antropóloga Michelle Sadler, estas formas de humillar a las madres no tienen ningún sentido: representan una agresión caprichosa y un castigo sin sustento:

“¿Por qué a la mujer la vas a castigar por haber ejercido su sexualidad al momento de parir? Eso no tiene ningún sentido. Eso demuestra que no es llegar y atender un parto como una apendicitis, requiere de otras habilidades y de discusiones más profundas”.

 

¿Cómo evitar la violencia?

Sin duda es la pregunta más importante al enfrentar este tema, pues la crisis no es tan solo hospitalaria, sino formativa: en un contexto en el que no se promueven las buenas prácticas y el trato digno hacia las madres desde la universidad (enseñando, por ejemplo, tratamientos muy dolorosos para el parto, o proponiendo el parto de espaldas con las piernas hacia arriba como el más adecuado, siendo que no lo es), es bastante difícil poder generar un cambio. Al menos, hasta este momento la OMS se ha encargado de emitir una serie de informes de buenas prácticas para las matronas, y tantos otros que denuncian y evidencian la violencia obstétrica como una que vulnera los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que la sufren.

Por ahora, la OMS asegura que mientras más visibilidad se le dé al asunto,más pronto se garantizará un acceso universal a una salud sexual segura, aceptable y de buena calidad. Pero, para lograr esto se requiere mayor respaldo de parte de los gobiernos y los socios en desarrollo, para que así las investigaciones sobre los maltratos puedan ver la luz de una manera más ágil y rápida; del mismo modo, la Organización Mundial de la Salud destaca que es necesario mantener programas diseñados para mejorar la calidad de la atención en la salud materna, centrándose en la educación para tratarlas de forma respetuosa, ya que el respeto es el principal componente de una buena atención para una mujer.

Además, sugieren generar bases de datos con respecto a las y los profesionales que detallen sus prácticas: ya sean buenas o malas, para con las madres. De esa forma, se potenciará más la ética laboral valiosa, y se condenará a aquellos que no son capaces de tratar con dignidad al paciente que tienen en frente.

Para finalizar, destacan que las mujeres deben mostrarse interesadas e involucradas en cambiar esta situación. según las declaraciones de la matrona chilena Mónica Candia, es necesario un cambio de mentalidad y un empoderamiento en las futuras madres. Sabemos que una crisis institucional y social no se soluciona completamente tratándola a nivel de individuos: sin embargo, Candia no deja de hacer un llamado a que las propias mujeres velen por su dignidad si es que en algún momento la ven amenazada o vulnerada. Tiene que ver con el mismo interés por el buen trato del que hablamos antes. Para la matrona, es necesaria una apertura en la conciencia sobre la propia sexualidad de las mujeres que serán madres:

“Si tú entrevistas a mujeres, desgraciadamente en algunos lugares sigue pasando la violencia obstétrica. Tiene que ver con la sexología y muchos otros temas de nuestra sociedad. Falta que la mujer se empodere, cuestione y denuncie”.