Podemos sentirnos fuertes cuando nos aguantamos el llanto, pero llorar es de valientes porque dejamos salir todo aquello que nos hace sentir dolor.
El verdadero problema es contener tus lágrimas, porque déjame decirte que eso no te hace más fuerte.
Muchos se avergüenzan cuando brotan sus lágrimas sobre todo porque eso, a nuestro parecer, nos hace vernos débiles, pero ese pensamiento es muy dañino y nos afecta a nosotros mismos.
No llorar empeora todo
Cuando tus ojos no lloran, tu alma si lo hace y necesitas dejar salir ese sentimiento. Al igual que cuando sangramos por una herida, necesitamos dejar salir el llanto para alivianar el peso sobre nosotros.
Aunque no lloremos y demostremos lo que nos pasa a nuestro entorno, nuestro interior está luchando contra un sufrimiento que no tiene como salir.
El cuerpo te alertará de su lucha interna con dolores físicos, dolores de cabeza, dolor de estomago o molestias en alguna zona.
Perderás energía y ese dolor que nos va quedando dentro nos apaga, nos vuelve ausentes y tristes y cada vez es más difícil expresarlo cuanto más tiempo dejes pasar.
Reprimir el llanto es muy malo.
Demuestra lo que sientes
Las emociones, sean buenas o malas deben salir de nuestro interior y para ello puedes hablar, llorar o gritar.
Un analgésico infalible
Las lágrimas permiten que el dolor y estrés sean liberados y nos sintamos mejor. Lo mejor es que dejes fluir tu llanto y que eso te limpie y te haga sentir mejor.
Es verdad que tu cara cambiará y tus ojos se hincharan, pero tu alma será renovada y podrás empezar de nuevo tomando mejores decisiones para tu camino. No llorar borra tu sonrisa y en definitiva no soluciona nada, pero llorar, en cambio, es sanador y te ayuda a crecer y sentirte mejor.