El Mundial de Rusia es la cumbre del fútbol, el deporte rey del mundo, es por eso que entrenadores, preparadores físicos, aficionados, jugadores y periodistas viajaron al lugar donde el frío se repele con vodka para trabajar e informar sobre los partidos.
Hablando de fútbol, inevitablemente llegamos al tema de fondo: el mundo del fútbol es un “poco” machista. Por supuesto existen quienes lo niegan, porque aluden a las categorías superiores en las que se mueve el deporte, y aseguran que esos vicios son algo aislado y que nada tienen que ver, en realidad, con el fútbol.
Sin embargo, las reporteras opinan de una manera diametralmente opuesta. El medio independiente Vice lo dejó claro cuando reunió los testimonios de una serie de periodistas que comentaron sus experiencias reporteando sobre fútbol.
Un gran grupo de Reporteras
Todo comenzó con María Gómez, periodista de Mediaser, quien denunció en vivo y en directo los episodios de acoso que las mujeres se han tenido que aguantar durante el mundial.
María dice que, desde la cadena para la que trabaja, han llegado a la simple y drástica decisión de no volver a salir a la calle a hacer despachos para evitar estos tratos de parte de hinchas del fútbol. Ella explica cómo algunos hombres, sin ninguna vergüenza, intentan aproximarse a ella y sus compañeras: “Mientras estamos trabajando los días de partido hay maleducados que de pronto se abalanzan sobre nosotras, o te intentan dar un beso, o te molestan mientras estás trabajando”.
Lo que le sucedió a Mariana Zacarías, una reportera mexicana, conductora de deporte en Medio Tiempo, y la creadora de Lado B del Fútbol es muy sinilar, pues en un vídeo para su canal, comentó todas las incómodas situaciones que le ha tocado vivir mientras cubre el mundial. El vídeo dura más de 6 minutos, y se ha hecho reconocido entre los usuarios de redes sociales por la frase “¡No somos un pedazo de carne!”.
Aparte, ella entrega detalles escabrosos del trato que le han dado algunos hinchas al momento de aproximarse a ella. Y peor aún, cuenta cosas que vienen desde el mismo medio del periodismo deportivo:
“Sigue siendo una profesión con muchos hombres y desgraciadamente sigue habiendo mucho machismo. No quiero generalizar pero sí que hay una mayoría que piensan que solamente por ser mujeres nos pueden ofender, nos pueden faltar el respeto”.
Los colegas reporteros no son gente de confianza
En el video, habla de las veces en las que intentaron besarla en directo. Por fortuna, la reportera tiene esperanza, pues dice que cada vez son más las mujeres que forman parte del medio y tiene fe de que la situación pueda cambiar muy pronto.
Al analizar bien esta situación, ella no pide nada de descabellado, sino sólo un poco de respeto por su trabajo, que es exactamente igual al que hacen los hombres que ejercen el periodismo deportivo (y en muchos casos, bastante mejor). Termina diciendo que ella espera que el machismo que le ha tocado vivir en el certamen deportivo se logre detener pronto.
Lo cierto es que el machismo no distingue de clases sociales, colores de piel ni lugares de origen. Así lo dejó en claro la reportera española Cristina Porta, una joven de 28 años que cubre el Mundial por primera vez en su vida.
Aunque es periodista hace más de 7 años, dice que la ven de manera muy poco seria en la profesión. De acierdo a su propio testimonio, hay situaciones que no puede relatar, porque perjudicarían su carrera al punto de dejarla fuera. Incluye también una conversación sobre los vicios masculinos y masculinizados del periodismo deportivo:
“Ser mujer en el periodismo deportivo es muy difícil. Los hombres no ven a mujeres hablando de fútbol como pueden ver a otros hombres. Mi padre jugaba en segunda división y llevo el fútbol en la sangre. Siempre he querido ir a un Mundial. Ya en 2010 mientras veía el Mundial con mi prima le dije que algún día iba a cubrir uno. Ahora estoy cumpliendo un sueño”.
Protegerse hasta del entrevistado
Ya teniendo a los hinchas y a sus colegas en contra, parece que fuera suficiente, pero no lo es, pues Cristina asegura que muchos futbolistas, modelos de admiración de la disciplina del periodismo deportivo, tampoco la han tomado en serio.
Para dichos jugadores, las reporteras no son profesionales, sino mujeres en un sentido material:
“Nadie ve mal que un periodista deportivo vaya a cenar con un futbolista pero en cambio si lo hace una mujer la gente tendrá en mente la imagen de la reportera que quiere cazar a un futbolista. Una vez un jugador me dijo ‘Te doy una entrevista pero tienes que quedarte a dormir a mi casa’. A los dos meses salió una entrevista de ese jugador hecha por una periodista joven y guapa. Me encanta el fútbol y estoy supercontenta de hacer periodismo deportivo, pero da mucho asco a veces con estas situaciones”.
Coty Lamela Morado añade otro dato a las confesiones de su compatriota. Esta reportera sigue a su selección con Telemadrid y asegura que son 5 las mujeres españolas que cubren el mundial. El número total de periodistas es de más de 100. Entonces el resto son todos hombres.
Para esta empoderada mujer, esa ya es una señal más que clara de que al deporte le cuesta apostar por las mujeres. Y también declara que no hay ninguna comentarista deportiva española. Las 5 que viajaron hasta Rusia son reporteras.
“Me han tocado el culo mientras estaba grabando y hablando a la cámara”, condenó Lamela.
El crimen de verse bien
Lamela asegura que lo más difícil es ser guapa en el medio de los deportes, pues siendo así se debe trabajar el doble. Siempre tiene la presión de que la lleven solo por su aspecto físico.
La reportera asegura que ha habido momentos en los que no puede ni siquiera tomarse una selfie por los comentarios del tipo “ah, a esta la trajeron solo por ser mona”. Lo que la deja en un espacio inhabilitado para el disfrute. Además, comenta experiencias más directamente desagradables que le han ocurrido, sobre todo, con fanáticos:
“Me han tocado el culo mientras estaba grabando y hablando a cámara, con cincuenta hombres detrás creyéndose que tienen derecho a manosearme. Mi reacción fue girarme y discutir con ellos. Les dije que no era un trozo de carne”.
Más tarde sigue lo que es ya tristemente célebre; intentos de besos de parte de los aficionados y comentarios asquerosos. De acuerdo a la mujer, por el simple hecho de llevar un micrófono, los hombres creen que tienen el derecho de decirle lo que quieran. Dice que en sus peores momentos, se ha sentido vulnerada y como una mujer objeto, una especie de adorno que sólo busca el reconocimiento masculino. Lo cierto es que para esta mujer, llevar un micrófono en la mano la convierte en una especie de objeto de deseo, pues todos los hinchas, con sus camisetas holgadas y su aliento a cerveza, quieren acercarse y tener algún tipo de acercamiento con la reportera.