El gobierno japonés junto a un grupo asesor de expertos pretende liberar gradualmente el agua radiactiva directo al océano Pacífico. Esto a seis años de que el terremoto y posterior tsunami derrumbara la central de energía nuclear de Fukushima.
El agua se encuentra almacenada en 900 tanques y ha debido ser procesada para eliminar los elementos contaminantes, excepto el tritio que es considerado seguro cuando está presente en pequeñas cantidades.
Existe el peligro latente de que no se pueda controlar el contenido si el tanque llegara a romperse, por lo que la única opción que se tiene es tratar el agua e irla vertiendo al océano gradualmente.
Los pescadores locales no están muy convencidos de esta solución ya que los consumidores desde hace años que no quieren comer pescado de la zona aún cuando existen estudios que aprueban su consumo. En la región, apenas salen la mitad de los 1.000 pescadores a trabajar, y sólo dos veces por semana, por culpa de la disminución de la demanda.
El pescado que es envasado es analizado por los técnicos del gobierno. Se vende en el comercio con un sello oficial con la palabra ‘seguro’.
De todas las especies que hay, únicamente tres pasaron la prueba cuando se hicieron los análisis a mediados de 2012, a 15 meses del tsunami. Hoy en día, ese número ha aumentado a unos 100.