“Tuvo una mejoría excelente que ni los médicos lo podían creer”, dijo su mamá.
Benjamín tenía que someterse a un tratamiento para combatir el cáncer y a una intervención quirúrgica justo cuando el coronavirus llegaba a Argentina, su país.
Ahora a su enfermedad se sumaba la amenaza de poder contagiarse de coronavirus, pero afortunadamente ante la adversa situación, Benjamin logró vencer el cáncer.
Un moretón apareció en el ojo izquierdo de este niño y se fue haciendo más grande.
“Después de que cumplió el año, noté que su ojo se ponía cada vez más morado. Lo llevé al hospital de Mar de Ajo y me dijeron que seguro era un golpe, pero yo volví a insistir porque no me quedé conforme con la respuesta. Le hicieron una tomografía y los resultados eran alarmantes: Benja tenía neuroblastoma en el ojo”, contó Marcela a Infobae.
Cuando supieron que era cáncer, Benjamin comenzó a tratarse en Mar del Plata con una quimioterapia de riesgo medio. En eso notaron una hinchazón en el abdomen de Benjamin y a través de una resonancia descubrieron que el neuroblastoma en el ojo era producto de un neuroblastoma en su abdomen que hizo metástasis en su ojo.
“Empezamos con las quimioterapias de alto riesgo. Luego de diez ciclos, nos mandaron a Buenos Aires, para operarlo en el Hospital Militar Central del ojo y por suerte pudieron remover el tumor completo. Tuvo una mejoría excelente que ni los médicos lo podían creer. Solo quedaba el del abdomen”, contó su madre.
Tras eso llegó el coronavirus. “Aunque no estábamos más internados, seguíamos yendo a las consultas. Las semanas que no teníamos que ir al hospital no salíamos ni a la esquina y le pedí a mi hermana que vive en Buenos Aires que se quede con él y aprovechaba para hacer las compras para toda la semana, era la única manera de sobrevivir y no exponerlo a la calle. Por suerte el 1 de mayo nos pudimos volver, con el alta y vinimos dentro de todo en una época más liviana, hoy es otro el panorama” declaró la madre de Benjamin.
“Benja está feliz, es muy consciente de todo lo que pasó. En casa lo escuchamos decir ‘estoy feliz, ya me curé‘. Lo que me pone muy feliz es que nunca perdió las ganas de jugar, algo que les suele suceder a los niños que están mucho tiempo en el hospital. Yo siempre intenté que esto lo tomara como un juego, a pesar de que nunca terminó de entender lo que tenía, sabía que mejorar era parte de un plan para volver a su casa de la playa con su hermano Joaco y su papá. Hoy es consciente que todo lo que pasó quedó atrás y que su realidad es otra” añadió su madre.