Por años, las mujeres hemos vivido bajo la presión de tener un cuerpo “perfecto”. Es decir, ajustarnos al ideal de belleza que nos impone la época, sea cuál sea. Hace varias décadas ya que las mujeres exageradamente delgadas son consideradas como “cuerpos espectaculares”. Todas soñamos con lucir así, y todas nos frustramos en el proceso. Porque es imposible.
Es una lucha cansadora, que destruye nuestro amor propio. Pero hace un tiempo, muchas decidieron que era tiempo de rebelarse.
Mujeres con cuerpos que distaban de los ideales actuales y que no encajaban en los estereotipos, comenzaron a decirle al mundo que estaba bien ser así, y que todas debíamos amarnos tal cuál éramos.
Empezaron a publicar fotos suyas en bikini, mostrándose sin pudor. Al comienzo el mundo se impactó, pero el cambio ya había comenzado.
Pero hoy se ha instalado un nuevo debate: mujer curvy, XL y obesa no son lo mismo. Es una discusión que se pasea entre el auge del XL y la gordofobia.
En un artículo para el diario español El Paós, la nutricionista y bloguera Lucía Martínez Argüelles expone la idea de que estos conceptos deben ser diferenciados.
“En primer lugar, en este movimiento hay que hacer una clara diferenciación: se están etiquetando como curvys a mujeres de tallas 42-46, que no tienen sobrepeso sino que simplemente son mujeres grandes, de cadera ancha y muslos anchos. Muchas son modelos consideradas de ‘talla grande’, cuando estamos ante cuerpos que bajo ningún criterio podríamos tildar de obesos, ni siquiera con sobrepeso, si no de perfectamente sanos”, señala.
Y continúa:
“No es lógico tildar de ‘curvy’ o de ‘talla grande’ a una mujer simplemente porque lleva una 42 o más, si su peso es perfectamente saludable y su talla es totalmente lógica para su altura y complexión. Ni es lógico pretender que la obesidad sea solo un problema estético y que lo único que necesitamos es cambiar los cánones de belleza y conseguir que las tiendas de moda low cost amplíen su rango de tallas”
“Pero no, no hay que ocultar un problema de salud pública bajo una campaña de marketing que en realidad solo busca tener más consumidoras de productos superfluos”, argumenta Martínez.
De cualquier forma, nunca está demás dejar de discriminar a personas por su peso, pues seguramente están más que enteradas de su condición.