Es común que los niños se pongan cosas en la boca tan rápido que ni el padre más atento se puede dar cuenta. Siempre pasa en un abrir y cerrar de ojos, y a veces el lugar elegido por los pequeños no es la boca sino las narices o los oídos, pudiendo tragar dichos objetos o incluso inhalarlos.
Cuando esto ocurre, es posible que los niños deban ser llevados al hospital porque comienzan a atragantarse, a toser y a desarrollar síntomas respiratorios relativos.
Por lo anterior, la aspiración traqueobronquial es más común en niños y raramente observada en adultos. La mayoría de los diagnósticos en esta área son hechos en niños, y muchas veces no se suelen hacer pruebas en adultos para detectar esta condición.
Este hombre británico, de cuatro décadas de edad, había estado sufriendo de persistente tos por más de un año.
Fumador empedernido como era, no era extraño para Paul Baxter que los médicos sospecharan que tenía cáncer al pulmón. Hicieron radiografías al tórax y salió algo que parecía un tumor maligno. Pero pronto descubrieron que era algo completamente diferente.
Paul tenía un cono de juguete en su interior, una pieza de plástico para niños que el paciente había aspirado a los 7 años.
Los médicos aún intentan comprender cómo un trozo de plástico podría mantenerse en el pulmón de una persona por décadas sin causar ningún problema o incomodidad. Una explicación es que el cuerpo extraño pudo haberse absorbido en el revestimiento de la mucosa o la vía aérea pudo remodelarse hasta adaptarse completamente a su presencia.
Este es un caso único y es la mayor cantidad de tiempo en que un juguete de plástico se ha alojado en los pulmones de un paciente sin causar síntoma alguno.
Luego de la extracción del pequeño juguete, la condición del paciente mejoró notablemente y dejó de toser.
No todos tienen la suerte de Paul, por esto debemos tener precaución cuando los niños juegan con piezas pequeñas que puedan tragar o inhalar, pues el daño puede ser importante en el corto o largo plazo.