La extensión del hábitat humano y su choque con las áreas silvestres nos entrega la oportunidad de interactuar cada vez más seguido con animales que de otra forma sólo veríamos en documentales sobre la naturaleza. Y bueno, si los tratamos bien, de forma familiar y cercana, obviamente van a querer volver a vernos.
La familia que hizo la foto que te mostramos acá arriba recibía a diario la visita de este ciervo adulto. Tan seguido iba el animal que hasta le habían puesto su propia cama, para que tuviera donde echarse cada vez que les visitaba.
Es un hecho bastante insólito, especialmente si hablamos de los ciervos que son animales conocidamente asustadizos y desconfiados del encuentro con el hombre. Pero este ejemplar parece bien a gusto con los humanos que viven en esta casa.
Y a los otros perros parece no molestarles la presencia del ciervo ni tienen la menor intención de agredirlo o “cazarlo”, más bien al contrario: están maravillados con este nuevo miebro del clan, aunque aparezca de forma esporádica.
Es una tierna historia la que nos regala esta fotografía, que no demuestra lo bien que nos podemos llevar con otras especies tan frágiles como ésta.