Probablemente aún hay cientos de especies en el mundo que no conocemos, algunas porque viven en el mundo submarino y otras porque habitan lugares prácticamente inaccesibles para el ser humano. Pero también hay animales tan extraños que pensamos que solo podrían existir en nuestra imaginación.
El águila arpía o harpyeagle suele confundirse con un humano disfrazado de pájaro, sin embargo es un ave que actualmente está en peligro de extinción.
Su nombre proviene de la similitud que tiene con las arpías de la mitología griega, que eran mujeres con cuerpos de aves rapaces. Es el ave de presa o de rapiña más grande y voraz del mundo, es capaz de alcanzar a animales pequeños como águilas, pero también a monos, guacamayos, puercoespines, zarigüeyas, iguanas, serpientes y hasta osos perezosos.
El ave mide entre 90 centímetros y 1 metro de altura, pero cuando abre sus alas alcanza los 2,24 metros. La hembra puede pesar hasta 9 kilos y los machos, 5,4 kilos.
Debido a su gran tamaño cuando alcanza la edad adulta, no es muy fácil de cazar por otros animales, encontrándose en lo más alto de la cadena alimenticia, junto a los jaguares y las anacondas.
Tiene un pico largo y afilado, además de poderosas garras de 13 centímetros y sus patas son tan gruesas como el brazo de un humano. Todo esto lo hacen ver bastante intimidante para ser un ave.
Se puede encontrar en la selva brasileña y algunas partes de Centroamérica y el norte de Argentina. Lamentablemente el ave está considerada en peligro de extinción y su población es inferior a 50.000 ejemplares.
La destrucción de su hábitat es la principal causa de su desaparición, con la tala de árboles, el envenenamiento de las aguas y los incendios forestales.
Al no preservar su hábitat será difícil que su población aumente, ya que solo se reproduce cada dos años.
El águila arpía necesita territorios amplios para poder reproducirse, ya que construye sus nidos en las copas de los árboles más altos de la selva. Reutilizan sus nidos, añadiéndole más ramas, plantas e incluso pelo animal, de hecho sus nidos son tan grandes que hasta un humano adulto podría dormir ahí.
Además su vida corre peligro por los cazadores que solo les disparan por diversión.