Lo que mucha gente considera basura, para otras personas puede ser un tesoro. Por ello, los hombres encargados de su recolección pueden perfectamente rescatar uno que otro objeto que puedan considerar útil o valioso.
Aunque varios podrían pensar en rescatar artículos electrónicos o ropa en buen estado, los recolectores de la ciudad de Ankara (Turquía) comenzaron a darse cuenta de que habían ciertos objetos que se repetían constantemente entre los descartes ciudadanos: los libros.
Desde entonces han ido recopilando los textos, organizándolos en categorías y construyendo su propia biblioteca en medio de una fábrica de ladrillos abandonada. Ahí, se juntan a leer y jugar ajedrez en sus tiempos libres.
Pero como en tan sólo 7 meses recolectaron 4.750 libros, decidieron abrir sus puertas para el público general, pues podrían haber varias obras de interés para personas que no las pueden encontrar en otros lados.
En la biblioteca hay libros, revistas, máquinas de escribir y textos que por lo ilegibles terminaron siendo usados como apoya libros, como base para construir lámparas junto a tuberías de cobre. En este lugar nada se pierde, todo se transforma y recicla en las formas más creativas posibles.
De hecho “nada se pierde” es el lema de la biblioteca, donde junto a las oficinas de la administración hay una barbería, una cafetería y espacios de descanso.