La Sucia Realidad Detrás De La Majestuosidad Del Taj Mahal, Una Maravilla Arquitectónica

El Taj Mahal está ubicado en las cercanías de la ciudad de Agra, en el estado de Uttar Pradesh, India, y fue construido en el siglo XVII. Es sin duda una increíble proeza arquitectónica, su inmortal belleza se nutre del antiguo amor entre un emperador y su esposa. Ha sido reconocido como una de la “Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno y Patrimonio de la Humanidad”. La armonía de sus formas se conjuga con la romántica historia de su construcción, entre 1632 y 1653, cuando el emperador musulmán Shah Jahan lo erigió como mausoleo para su esposa muerta mientras daba a luz.

 

Esta maravilla mezcla la arquitectura islámica con la india, turca y persa a través de un conjunto de edificios de mármol blanco con cúpulas que  hacen honor a su nombre, ya que Tal Mahal significa, literalmente “Corona de los palacios”.

Sin embargo, en la actualidad, tanto el emperador como su arquitecto, Ustad Ahmad Lahori, se retorcerían en su tumba de pena, vergüenza y rabia, al ver la degradación a la que se está viendo sometido uno de los palacios más hermosos jamás construidos. A orillas del río Yamuna, ya no fluyen las aguas claras que una vez lo adornaron y proveyeron de abundante riego a los jardines que rodean el complejo de más de 17 hectáreas.

A su alrededor existen montañas de plásticos y residuos que se acumulan en su entorno, la contaminación de los automóviles que circulan masivamente en las cercanías, el ruido, la masificación turística; la contaminación, en suma, está dañando gravemente al palacio.

 

La India, con mil doscientos millones de habitantes, es el segundo país más poblado del mundo después de China, y también uno de los más contaminados.  No se puede unir el impulso que se está dando al desarrollo económico con una concienciación hacia la sostenibilidad y la ecología. También, la masificación humana está provocando consecuencias devastadoras en el medio ambiente.

 

En la actualidad, pareciera que las autoridades ponen el acento de sus decisiones sólo en ganar dinero y no en la cultura o la ecología. Es más, hace poco se ha hecho público que el gobierno ha sacado a subasta la gestión de sus grandes monumentos y su patrimonio histórico, entre ellos, el Taj Mahal. Así, la empresa que realice la mejor postura será la responsable del palacio para sacar el mayor rendimiento posible a los ocho millones de personas que lo visitan cada año, desde el mantenimiento y personal, hasta las entradas y visitas guiadas.

Esta subasta ha levantado una fuerte polémica en la que muchos protestan por entender que se está privatizando y poniendo en manos del mejor postor un patrimonio que no sólo es de la India sino de la humanidad.

 

Lo que más preocupa es que el concepto detrás de esta actividad no sea la preservación cultural y del entorno, sino que las autoridades se desentiendan dejando el asunto en manos de empresas privadas, cuyo único objetivo será extraer hasta el último peso, sin tomar en cuenta la contaminación que está destrozando el monumento y la conciencia social hacia la preservación.

Por supuesto, existen quienes dicen que  la empresa será la primera interesada en tener todo en las mejores condiciones para su explotación. Un debate sobre modelos de gestión que está de plena actualidad. Sin embargo, como siempre, termina ganando el mejor postor y quienes generen más recursos económicos, sin importar los recursos naturales ni el medio ambiente.