En la actualidad, el acceso brutal a la vida íntima de las celebridades (generalmente personas millonarias y con mucho tiempo libre) nos ha hecho sentirnos increíblemente insatisfechos con nuestra vida y nuestro aspecto. No es extraño ya ver a personas de todas las edades haciéndose cirugías plásticas para verse “mejor” o para bajar de peso por pura vanidad.
Y está bien: cada persona sabrá lo que hace con su cuerpo. Pero, ¿qué pasa si esa persona no tiene una verdadera capacidad de discernimiento? ¿Y si es apenas un niño?
Esta es la clase de pregunta que puede ser respondida por muy pocas personas. Pero Charm y Brittani Niccole son dos de ellas.
Estas dos chicas fueron adoptadas por el cirujano plástico Michael Niccole. Y pese a que cualquier adulto responsable jamás le haría caso a un niño que le diga cosas como “opérame para verme de tal forma”, el doctor Niccole tuvo un grado bastante bajo de sentido común desde siempre.
Cuando Charm tenía 10 años miraba su ombligo con asco porque estaba hacia afuera, y ella quería que se viera como los demás. Así que se acercó a su padre y le pidió que lo arreglara para ella. Y él accedió.
Esa fue la primera de una serie de cirugías a las que se han sometido desde entonces las dos hermanas.
A los 18 años se hicieron implantes de pechos. Una rinoplastía a los 21. Otro aumento de pechos a los 25, ahora hasta la copa C. Y desde entonces, varios implantes de botox.
Naturalmente, cuando las hermanas se hicieron reconocidas en los medios estadounidenses (e incluso del mundo), las críticas comenzaron a lloverles tanto a ellas como a su padre.
Pero ellas no se molestan en responder a las malas vibras ajenas.
“La gente puede ser muy ignorante. Todo lo que nos hemos hecho ha sido para estar a gusto con nosotras mismas, y nadie nos trataría con más cuidado que nuestro padre”, aseguran.