Andy Leach, de Mississippi, decidió terminar con el sufrimiento que vivía a diario y se ahorcó en el garaje de su casa.
Su madre cuenta que era un niño muy cariñoso, con su risa contagiaba a todos y le encantaba jugar al aire libre. Era el más pequeño de la familia. Andy, de 12 años, siempre se caracterizó por ser el humorista de la casa. Todo parecía indicar que era feliz pero, de un momento a otro, el chico de Mississippi fue encontrado ahorcado en el garaje.
Bajo esa hermosa sonrisa, había un sufrimiento por intentar encajar en una sociedad donde ser diferente te puede matar. El chico tenía miedo a sufrir a diario el martirio que le infligían sus compañeros de escuela. Pero lo guardaba muy en su interior. Andy nunca quiso hablar del acoso por el que estaba pasando, pero claramente era porque no concordaba con los estándares que obliga a las personas a ser A o B, ser lo qué debía ser y no lo que sentía.
Vivió las burlas, los golpes, las críticas y el acoso virtual por su sexualidad. Empezó a ser víctima de hostigamiento de parte de otros niños no sólo al interior del baño, sino que fuera de la escuela, e iba escalando hasta llenar al Internet.
Según relató su madre, Cheryl Hudson “Él estaba confundido. Buscaba internamente cuál era su verdadera orientación sexual. Al final, pensaba que podría ser bisexual. Pero todo empeoró con el bullying”. Hoy, esta madre busca que otros padres pongan atención a cualquier señal de que sus hijos están pasando por algún problema.
Empezaron con los sobrenombres y burlas en las redes sociales, e incluso, en las paredes de su escuela. Todo eso hizo que se cuestionara la razón de vivir.
Lo difícil es pensar que un niño de tan apenas 12 años no desee vivir más. Pero la aceptación social a esa edad es muy importante y, el sentir que no encajaba, lo fue angustiando y el estar expuesto al escarnio público, lo afectó negativamente en su autoestima.
Andy estaba visible en redes sociales e intentó aislarse de Internet, pero era consciente que todos hablaban de él sin piedad.
Andy aguantó lo que más pudo, pero no lo soportó. Junto a su cuerpo fue encontrada una carta donde detallaba el motivo de porqué tomó esa fatídica decisión. Explicó las innumerables situaciones que vivió en sus últimos días, pero sus padres no encontraron ningún alivio: su pequeño hijo sufrió un doloroso proceso por años y que lo llevó a terminar con su sufrimiento.
“Vamos a ponerte las manos encima y no saldrás de este baño”
Esas eran algunas de las frases que debía escuchar todos los días. Pero él sólo quería las mismas cosas que los niños de su edad. Gustaba estar al aire libre, estudiar, disfrutar, crecer y ser un adulto completo.
Su familia siente que le falló a su hijo. Ahora piensan en su sufrimiento y lo que viven otros niños que no ven otra salida más que el suicidio. A este mundo le está faltando empatía, respeto y comprensión. No puede ser que se diga que el ser humano está evolucionando cuando, a todas luces, parece que está retrocediendo.
La sociedad no fue capaz de tenderle una mano a Andy, ¿tendrán que venir otros detrás de él para que tomemos conciencia? ¿Cuántos niños hacen falta que terminen con sus vidas para acabar de una buena vez con el bullying?
Ojalá ninguno más…La acción es ¡AHORA!