8 Años Tenía Cuando Su Madre Le Disparó En La Cara. Hoy Se Recupera Luego De Una Larga Batalla

El hecho sucedió en 2015, cuando Morgan Slaight, en un ataque sin sentido, decidió dispararle a sus dos hijos luego de que tomara la decisión de suicidarse. La familia vivía en Monfort, Wisconsin, y generó conmoción en toda la comunidad.

Su hijo más pequeño, Jaxon, de 6 años, falleció de inmediato. Ella era una adicta a las metanfetaminas que estaba en proceso de recuperación. De hecho, había intentado anteriormente suicidarse. De igual forma murió debido a sus heridas días después. Pero su hijo mayor, Joey, de 8 años, logró sobrevivir.

El niño fue ingresado de urgencias al hospital de la Universidad de Wisconsin. Presentaba una herida de bala muy cerca de su ojo izquierdo.

Los médicos creyeron que no lograría sobrevivir. Incluso los mismos neurólogos pensaron que tendría secuelas graves en caso de que lograra recuperarse del impacto.

Pese a todos los pronósticos, Joey logró sobrevivir y se fue recuperando.

Pasó un año de aquél fatídico día. Joey pudo hilar oraciones, armar rompecabezas, jugar, correr y trotar. Su avance emocionó a toda su familia y personal del hospital.

Para febrero de 2016, el niño se trasladó al Centro de Rehabilitación Infantil de Wisconsin para poder estar más cerca de su familia mientras se recuperaba.

Han pasado 3 años de recuperación y hoy puede volver a estar en casa con su familia. Estuvo 38 meses y 29 días en el hospital y su tía, Andrea Muñoz, escribió en una página de Facebook dedicada al pequeño que su sobrino ya estaba mucho mejor: “Este chico ha luchado, con garra y tenacidad por su recuperación”.

La familia creó una cuenta de apoyo económico en la página GoFundMe donde buscan financiar el equipo y artículos necesarios que va a requerir el pequeño ahora que empezará a vivir en su casa.

“Luego de muchas oraciones y un milagro, Joey por fin puede estar con nosotros. Él ha luchado desde el primer día para mejorar y estamos muy agradecidos con todos los que nos han ayudado en este largo proceso”.

A su salida del centro, Joey se despedía de todos quienes estuvieron con él durante su rehabilitación. Para todos ellos el pequeño se han convertido en parte de su familia. Joey les decía “¡me voy a casa, por fin!”.

La familia está muy agradecida de todos quienes estuvieron preocupados por la salud de Joey. Agradecen también que el equipo médico no se haya dado por vencido y buscaran salvarle al vida al pequeño.

Hoy comienza una nueva vida, mirando siempre hacia adelante.