Compartir tu mundo con un perro simplemente te la cambia la vida en muchos sentidos. No sólo es una gran responsabilidad, sino también una inagotable fuente de enseñanza y bienestar que te dará felicidad e innumerables beneficios. Cada día en la vida con un perro es una aventura, pero es reconfortante porque siempre estás acompañada.
A continuación te enumero algunas cosas que aprendí de mi perro y que jamás podré olvidar, porque me marcaron para siempre.
Mi perro me enseñó a amar incondicionalmente
Me educó en el valor del compromiso y la reciprocidad. Además, aprender sobre el amor incondicional y una lealtad a prueba de todo es conmovedor. Sentir que quieres a alguien siempre a tu lado porque tu vida con ellos es mejor, justo eso es lo que me pasa con mi perro.
A ser paciente y a perdonar
Cada día, mi perro me enseña a no enfadarme. La vida no es blanca ni negra, y mucho menos es color de rosa. Y eso mi perro lo sabe y puede perdonar cualquier fechoría o salida de tono y seguir adelante, porque valora mucho más el lazo que nos unirá por siempre.
A vivir cada momento con toda la intensidad posible
Mi perro ama pasear, jugar y disfrutar de la comida de forma tan intensa siempre que me parece admirable. Las goza como si fueran las últimas que tendrá. ÉL también tiene sus miedos y ansiedades, y quizás por eso intenta sacar el provecho máximo a cada segundo. Es un carpe diem perruno.
Además, siempre se reserva un rato para explorar y ejercitarse. Y le da lo mismo adónde vamos a pasear, pues él es feliz con acompañarme y disfrutar del acto. Nada me hace sonreír tanto como ver lo feliz que se pone cuando paseamos.
A adorar el caos
Tiene su propio desorden ordenado: en medio de un caos de juguetes repartidos por toda la casa, él sabe dónde está lo que busca y lo que quiere. Organizar y ordenar todo es perder el tiempo en disfrutar.
Mi perro es feliz con lo poco que tiene, pues sabe lo que tiene y lo disfruta al máximo. Cuando ordeno sus juguetes y los llevo a su cuna, siempre procura seguirme para tenerlo todo bajo control y saber dónde estará cada cosa. Ojalá pudiera abrazar el caos para no preocuparme por el orden mientras llevo una vida organizada.
A disfrutar de esos pequeños placeres
Oír su respiración sosegada durante la noche me produce una paz indescriptible. Se acuesta cerca mío y se siente seguro y amado, igual que yo a su lado. Es muy delicioso verlo disfrutar de la brisa del mar y el cantar de los pájaros.
A comunicarme con mi cuerpo
Quizás no entienda todas las palabras que digo, pero siempre entiende por mis gestos y la forma en la que pongo mi cuerpo hacia él. Siempre sabe cuál es mi estado emocional o si le quiero decir algo, y es porque ambos nos hemos vuelto muy habilidosos en comprender este lenguaje físico. Los animales son detectores de emociones y te pueden enseñar a serlo también.
Es bastante común que quienes compartan con animales hayan tenido la sensación de que entienden lo que les decimos. Y es cierto, pero no sé si porque entiendan claro lo que les decimos, o porque lo hemos aprendido a expresar con nuestro tono de voz y nuestros gestos de manera subconsciente. La calidad de los intercambios puede ser alucinante.
A sentirme única e irremplazable
Un perro te puede enseñar cientos de cosas, y te acompañará para toda la vida. Y, especialmente, un animal te enseñará a quererte y a aceptar el hecho de que eres una persona valiosa y que merece amor.
Mi perro me ha hecho una mejor persona, y me ha enseñado que puedo ser amada intensa e incondicionalmente. Y también me ha enseñado el valor de decir te quiero cada día. Y a decirlo sin palabras.