Tuvo A Su Bebé A Las 23 Semanas Y, A Pesar Del Pronóstico Desalentador, El Pequeño Salió Adelante

El Día Mundial del Niño Prematuro se celebra los 17 de noviembre y es una forma de crear consciencia en las personas de que ésta es una realidad por la que deben pasar muchos padres y que requieren recibir apoyo de los que los rodean.

La enfermera inglesa, Lucy Flenagan, publicó una historia muy conmovedora en la página oficial de la ONG “Bliss for babies born premature or sick”. Acá cuenta cuenta su experiencia sobre la lucha de supervivencia de su bebé.

La mujer contó que cuando tenía 23 semanas de gestación, despertó con una sensación de malestar. Pensó que no era nada grave, pero aún así decidió ir al hospital a hacerse un chequeo.

 

La enfermera obstetra la examinó y le señaló que no estaba muy segura de lo que ocurría por lo que era mejor que esperara al doctor, quien le dio informó que tenía 5 centímetros de dilatación.

Al ser Lucy enfermera, tenía claro que en Inglaterra cuando un bebé nacía con 22 o 23 semanas de gestación y tenía complicaciones posteriores, existe un protocolo médico en el que no se debe dar resucitación al recién nacido.

Su esposo Shaun llegó al hospital 10 minutos antes de que su hijo naciera. Eli era tan pequeño que estaban muy nerviosos por su estado. Como vieron que el niño respiraba y podía mover los brazos, sintieron algo de alivio.

Sin embargo, cuando fueron a la Unidad de Cuidados Intensivos a ver a Eli, entendieron que era un bebé diminuto que requería de muchos cuidados. La mujer cuenta que Eli midió sólo 20 centímetros, lo mismo que la jirafa de peluche que le compraron para adornar su habitación.

 

La familia se sentía desesperanzada, pues quedaban con la sensación de que se iban de la Unidad de Cuidados siendo la última vez que lo verían.

Los doctores les informaron que Eli tenía apenas un 30% de probabilidades de sobrevivir y que disminuirían si llegase a padecer alguna infección o si el pulmón dejara de funcionar como corresponde. Esto último fue lo que ocurrió.

Shaun y Lucy ya se habían resignado a que Eli no pudiera sobrevivir y, si lo lograba, podría tener secuelas. Intentaron armarse de valor y enfrentar la situación.

Con el apoyo del resto de la familia, que ya había vivido experiencias similares, los padres pasaron meses yendo al hospital para estar al lado de Eli.

Pasaron 128 días desde que nació y al fin pudieron llevárselo a casa. Hoy el pequeño tiene 7 meses y medio de edad y pesa casi 5 kilos.

 

La increíble evolución de Eli fue sorprendente. Su madre cuenta que con su testimonio espera que se hagan cambios en el permiso de maternidad en el trabajo si son madres de bebés prematuros, ya que ella deberá regresar a trabajar en unos meses más.