Este Padre Escondió El Trabajo Que Hacía Para Que Sus Hijas Fueran A La Universidad

Hay cientos de seres humanos que no piensan que ser un buen padre valga la pena o no hacen esfuerzos, para nada; Sin embargo, otros que son definitivamente ejemplos a seguir y merecen la admiración de muchos de nosotros y de ser posible de todo el mundo.

El día de hoy queremos compartir contigo una historia muy conmovedora en la que un padre se sacrificó por sus hijas y definitivamente hizo la mayor prueba de amor para con sus seres queridos.

De seguro esta historia te emocionará,  pues es un relato muy hermoso y conmovedor ya que puede que también te sientas identificado con esta historia, pues a muchos de nosotros tal vez nos ha tocado vivir una experiencia similar.

Ahora te contamos más sobre esta conmovedora historia t te aseguramos que no serán minutos perdidos , pues quedarás con una muy hermosa moraleja acerca del amor de su padre hacia sus hijas.

 

Un Padre Digno De Imitar

La historia dice así, un hombre llamado Idris, trabajador muy humilde que se desempeña en Bangladesh y de quien se sabe esta historia gracias a un famoso fotógrafo, GMB Akash, quien publicó la historia y la foto de este hombre en su cuenta de Instagram. Él trabaja a diario limpiando alcantarillas sólo para darles a sus hijas la oportunidad de ir a la universidad. Dicha publicación ha superado los 150.00 compartidos a través de diferentes redes sociales y ha tenido muchas visitas y es que definitivamente lo merece. El fotógrafo publicó textualmente el relato diciendo:

“Nunca les dije a mis hijas cuál era mi trabajo. Nunca quise que se sintieran avergonzadas por mi culpa. Cuando la más pequeña me preguntaba a qué me dedicaba, solía decirle de forma titubeante que era un obrero. Antes de llegar a casa todos los días, tomaba una ducha en baños públicos, de esa manera no dejaba ningún indicio del trabajo que hacía. Quería que mis hijas fueran a la escuela, que se educaran. Quería que se pararan frente a las personas con dignidad, que nadie las mirara hacia abajo como lo hicieron conmigo. La gente siempre me humillaba.

Invertí hasta el último centavo de mis ganancias en la educación de mis hijas. Nunca me compré una camisa nueva, usaba ese dinero para comprarles libros. Respeto era todo lo que quería ganar para mí. Era un limpiador. El día anterior al último plazo de admisión de mi hija en la universidad, no tenía el dinero suficiente para costear su matrícula.

No pude trabajar ese día. Me senté a un lado de la basura tratando de esconder mis lágrimas. No tenía fuerzas para trabajar. Todos mis compañeros me miraban, pero ninguno se acercó a hablarme. Había fallado, tenía el corazón roto y ninguna idea de cómo le diría a mi hija que no podría pagar su colegiatura.

Nací pobre. Nada bueno le puede pasar a una persona pobre, creía. Después del trabajo, todos los trabajadores se acercaron a mí, se sentaron a un lado y me preguntaron si los consideraba hermanos. Antes de que pudiera responder, pusieron todas sus ganancias del día en mi mano.

Cuando traté de rechazarlas, todos me enfrentaron y dijeron: ‘moriremos de hambre hoy si es necesario, pero nuestra hija tiene que ir a la universidad’. No supe qué responder. Ese día no me bañé. Llegué a casa como un limpiador”

Ese día, este hombre, Idris llegó a su casa, sin bañarse, orgulloso de desempeñar la labor que hacía limpiando alcantarillas ya que sus hijas pudieron estudiar y romper el círculo de pobreza en el que habían nacido. Idris comenta que sus hijas lo abrazaron y al fin se dejó de sentir avergonzado. Para continuar con el relato dijo:

“Mi hija está a punto de terminar la universidad. Tres de ellas ya no me dejan trabajar. Mi hija consiguió un trabajo a medio tiempo y las otras tres dan asesorías. Pero, con frecuencia mi hija universitaria me lleva a mi lugar de trabajo. Y alimenta a mis compañeros, junto conmigo.

Ellos ríen y le preguntan por qué lo hace. Ella responde: ‘ustedes no comieron aquel día y así pude convertirme en lo que soy ahora; recen por mí para que pueda alimentarlos cada día’. Hoy en día ya no me siento un hombre pobre. Con hijas así, ¿quién podría serlo?”

Seguro te conmovió esta historia tan hermosa, probablemente hayas podido apreciar el valor del amor de un padre hacia sus hijas.