Esto Es Un Niño Feliz: Inquieto, Ruidoso, Revoltoso Y Sobretodo Curioso

Guste o no , una vez que llegan los hijos, todo aquello que era rutina, orden y planificación cambia radicalmente. Ahora todo es estar rodeados de cosas de pequeñines y preocuparnos por el bienestar de ellos por sobre el propio.

Y lo otro que llega también es el caos. Los niños son naturalmente quietos y eso es normal. La edad de descubrir todo, preguntarlo todo, probarlo todo los preparará para ser adultos.

Un niño feliz es el que disfruta interactuando y descubriendo todo a su alrededor. Hacen ruido y no paran sino hasta que les da sueño.

Lo curioso de toda esta naturaleza tan común es el surgimiento de un movimiento llamado “niñofobia”.

Últimamente ha aumentado un tipo oferta de servicios donde ofrecen el “libre de niños”. Eso es, en el caso d eun hotel, te aseguran que no habrán ni niños ni bebés que molesten a los pasajeros durante su estancia en esos lugares.

También hay bares y restaurantes y es un tipo de oferta distinta para aquellas personas que deseen pasar un tiempo libres de la presencia infantil.

Y no era de esperarse que este tipo de movimiento tuviera mucha repercusión tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido y nos hace reflexionar acerca de un tema complejo.

¿Acaso se han olvidado de lo que es la infancia y la empatía se fue al basurero que se es incapaz de tolerar y recordar cuando también fueron niños?

Niños molestan en el espacio público de todos

La cantante canadiense Sarah Blackwood experimentó una situación que quiso compartir para reflexionar acerca del tipo de sociedad que vivimos. Ella debía viajar con su hijo de casi 2 años. Además, estaba embarazada de 7 meses y no era la primera vez que viajaba de San Francisco a Vancouver. Sin embargo, esta vez sería distinto.

El avión aún no despegaba cuando u hijo empezó a llorar. Pronto algunos pasajeros la miraron molestia y pronto escuchó reproches del tipo “es una mala madre” o “no sabe atender a su hijo”.

Pronto llegó la azafata y le advirtió que debía calmar a su hijo, porque los pasajeros se estaban quejando y que si no, debería bajar del avión.

Ella quedó sorprendida. Su hijo lloró unos 10 minutos apenas pero logró dormirse y despertó cuando aterrizaron.

Sus dudas eran si acaso la gente olvidó lo que es la crianza o no recuerdan que los bebés lloran, ríen, chillan…

La niñofobia o creer que cuando un niño llora es debido a una mala crianza

La historia anterior es apenas un ejemplo de lo que deben sufrir muchos padres. Se hace una pesadilla intentar comprar, ir al teatro o comer en un restaurante… porque cuando un niño grita, llora y llama la atención del resto es porque sus padres “están fallando como tal”.

Pero se trata de una idea estigmatizada e incorrecta. Los niños tienen personalidades distintas y su forma de hacerse entender varía. Hay algunos más inquietos que otros pero eso no se debe necesariamente a la educación que les dan sus padres.

Los bebés lloran como su lenguaje para pedir algo y comunicarse. ¡Es natural! Por eso hay que trata de ser empáticos y también respetuosos con esos padres que se ven sobrepasado con el llanto de sus hijos cuando se encuentran en un lugar público.

La niñofobia está generando un cambio negativo en muchos espacios de diversión en ambos países y donde se veta el ingreso de menores. Pero eso conlleva a que sus padres tampoco puedan entrar.

Claramente que en cuanto al tema turismo, cada empresa puede ofrecer el servicio que quiera y si alguien busca un lugar donde no ve ni escuche a un niño, merece el respeto por igual.

En los espacios públicos que son de todos, un niño feliz lo veremos corre, gritar, llamar la atención, porque son niños. Ellos quieren tocarlo todo, experimentar, reír, aprender, sentir, reír y muchas otras emociones.

Por eso, cuando se quiere obligar a callar o controlar ni moverse, les estamos enseñando a ser personas temerosas y poco expresivas.

Los lloriqueos se deben atender pero no censurar. Si un niño desea tocar, debemos protegerlo que no se haga daño, pero no impedirle expresar una conducta natural de todo ser humano de querer exploración, su curiosidad, de interactuar con su medio.

La infancia es ruidosa y así es nuestra naturaleza. Con el tiempo, crecerá y aprenderán a guardar silencio, o quedarse quietos porque comprenderán.

No seamos intolerantes y apoyemos a sus progenitores en su tarea de educar siendo más empáticos en esas situaciones.